Hoy
en día “crecer” no es lo que era. En la actualidad, los
jóvenes nos enfrentamos a una gran variedad de experiencias en
términos de educación, familia o empleo que difieren
considerablemente a los de una o dos generaciones anteriores.
Actualmente,
a la juventud se le atribuye la dura tarea de cambiar los pilares de
la sociedad para convertirla en una comunidad más justa y más digna. Y
aunque esto parece venirnos un poco grande, los medios de
comunicación nos han abierto de manera inimaginable la
libertad de expresión y la necesidad de intercambiar nuestras
ideas para poder alcanzar este gran reto.
El
joven actual podría definirse como una persona en constante
maduración y aprendizaje ya que cada vez va teniendo más
libertad y con ello la capacidad de elegir su destino.
Esta
visión de la vida hace que muchos de nosotros creamos tener el
mundo a nuestros pies por el mero hecho de ser jóvenes y la
idea de que nos traten de irresponsables o inmaduros se responde con un diciendo “no nos comprenden”. Sin embargo, no todo
es tan malo como lo pintan; muchos de nosotros pensamos en un buen
futuro e incluso luchamos por él. Desgraciadamente, nos ha
tocado crecer en un escenario caracterizado por cierta incertidumbre
en el que responder a preguntas tales como "¿quién soy?",
"¿qué quiero hacer?" o "¿qué futuro me
espera?" se ha convertido en un verdadero problema. Es por eso por lo
que muchas veces pensamos que nuestra vida es la más dura de
todas o que nuestros problemas son los más difíciles
de resolver y realmente, lo que la juventud de hoy en día
necesita es un poco de madurez para tomar las riendas de su vida y
decidir ya que muchas veces, nos dejamos influenciar por el mundo que
nos rodea (quizá, por miedo a ser diferentes) y, por ello, nos
conformamos con ser como el resto.
Así
mismo, en la vida diaria nos encontramos con frecuencia una gran gama
de concepciones de lo que es “ser joven”. Estamos influenciados
por la sociedad, la cultura y la moda, que continuamente nos
proponen patrones o estilos de vida para seguir. Una parte de esta
sociedad nos dice que vivamos la vida, el momento (“carpe diem”)
y otra, sin embargo, nos anima a pensar, a no tomar decisiones a la
ligera y a actuar con proyecciones en el futuro. Por ello, podría
decirse que nos encontramos ante una verdadera encrucijada en la que
debemos tomar la decisión de cómo vivir nuestra
juventud y qué modelo significativo seguir para construir
nuestra propia identidad.
Ser
joven nunca ha sido fácil. Y eso que todo el mundo repite lo
mismo: “Ojalá tuviese veinte años”.
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